Hace algo más de un año compartí
por primera vez un artículo de Pablo Iglesias llamado “¿España va bien? Váyanse a la mierda" después
llegó Podemos y yo me mantuve expectante y con cierto escepticismo me limité a
observar. En primer lugar me quedé fascinada al contemplar la atracción
mediática que iba alcanzando y aun más la impresionante capacidad comunicativa de su líder. He sentido como se me erizaba
la piel al escuchar a Pablo y he sonreído al televisor al ver como verbalizaba
mis propios pensamientos. Identificaron a la mano invisible que oprimía al
pueblo con sus intereses y lo denominaron Casta. Voté a Podemos en las Europeas y con
los resultados sentí que mi voto valió más que nunca. Entonces fue cuando el miedo cambió de bando. Los grandes
partidos, las grandes empresas y los medios de comunicación financiados por
estos otros dieron la señal de alarma. Aquellas reivindicaciones lanzadas al
aire en las asambleas del 15M tres años atrás habían constituido las bases de
una alternativa organizada y habían conseguido cinco escaños en Estrasburgo.
Fruto del miedo de los intereses
políticos y financieros de esa casta
se radicalizó el ataque contra Podemos usando como instrumento principal una
supuesta alianza con el chavismo.
Aunque honestamente no considero una ofensa que lo comparen con un líder
político que consiguió sacar a un 70% de la población del analfabetismo y logró
un crecimiento invariable en el índice de desarrollo humano durante ocho años,
convirtiendo a Venezuela en el país con menos desigualdad de América Latina
según datos de Naciones Unidas; en un sistema elegido democráticamente,
repetidas veces y comprobado por observadores internacionales.
No obstante también considero que
es preciso escuchar todas las voces para tener una información completa y una
opinión solida. Y es por ello por lo que decidí hacer una reflexión más
profunda sobre el programa electoral que aparece en su web, manteniendo como
guía un pensamiento “Creo en Podemos
pero ¿podemos?”. Y este ha sido el resultado:
Creo en la necesidad de abrir un proceso
constituyente que garantice los derechos sociales, creo en la necesidad de
una educación y justicia gratuita, en un modelo de asistencia
sanitaria público, de cobertura universal, equitativa y gratuita, con
dotación presupuestaria prioritaria, creo necesaria una reducción de la partida presupuestaria destinada al gasto militar para
destinarla al sector de la investigación.
También creo necesaria la creación
de una banca pública a partir de las cajas de ahorros convertidas hoy en
las entidades bancarias recapitalizadas con dinero público, que por tanto
pertenece a todos los ciudadanos y ciudadanas. En regular las actividades
especulativas de la banca de inversión, diferenciándola de la banca
comercial. Y en dar garantía de flujo de crédito preferente hacía PYMES,
cooperativas y autónomos, priorizando en
aquellas empresas que se rijan por criterios de responsabilidad social, ética y
medioambiental. E incluso en la recuperación del control público de
los sectores de telecomunicaciones, transporte, sanitario, farmacéutico, los
recursos hídricos y energéticos, realizando una auditoría rigurosa del coste real del sector energético
eléctrico para evitar las situaciones de
abuso y competencia desleal.
Como ciudadana y estudiante de
comunicación no podía estar más de acuerdo en la necesidad de independizar
los medios de comunicación de los diferentes gobiernos y grandes grupos
empresariales, con el fin de alcanzar una información honesta y veraz.
Aplaudo todas sus medidas
referentes a medio ambiente
incluyendo el plan de preservación de costas y espacios naturales, la expropiación de grandes fincas en desuso para la gestión comunal, la regulación
de los precios de los productos agrícolas para evitar el empobrecimiento de
los productores y por su puesto las leyes estatales de protección de los derechos de
los animales, lo que conlleva la prohibición de la tauromaquia. Y acepto íntegramente sus medidas relacionadas
con la cooperación de los pueblos y
su tratamiento para los conflictos del Sáhara, Palestina y los países del
Tercer Mundo.
También agradezco que se camine hacia una política europea común que separe las actividades de todas las confesiones religiosas de las estructuras estatales. Y que se eliminen los privilegios fiscales de la Iglesia Católica.
Creo en todas estas medidas aun
sabiendo que muchas de ellas serán de difícil aplicación, sin embargo hay otras
de ellas, fundamentales, que me inquietan
bastante más:
Creo absolutamente necesaria una redistribución equitativa del trabajo y la
riqueza, y entiendo que para ello sea necesario establecer un salario
máximo vinculado proporcionalmente al salario mínimo
interprofesional; y para asegurar la
efectividad de esto, emprender una lucha real contra el fraude fiscal incluyendo una auditoría pública de la financiación
de los partidos y acabando con la deslocalización de beneficios de
las grandes empresas. Bien, dicho esto entiendo que estas medidas junto con una
reforma progresiva del IRPF sean necesarias para financiar una renta básica para todos los ciudadanos
y ciudadanas, que variaría en función de sus necesidades personales.
Esta propuesta me parece la más
atrevida y probablemente la más necesaria. Pero poniendo toda mi fe en creer
que se aplicará sin problema, me plantea un conflicto con otra de sus medidas:
la inmigración. Y expresando de
antemano que entiendo que nadie tiene el privilegio de nacer donde se nace y
que la ciudadanía no puede depender de la renta, me pregunto si mantener la autorización
de residencia y trabajo durante cinco años sin necesidad de cotización es
la mejor manera de afrontar este problema. ¿Está España capacitada para acoger a personas que no coticen y que por
tanto no aporten riqueza al país? ¿Tendrían derecho a una renta básica al igual
que el resto de españoles? ¿Dónde estará el límite de acogida?
Por último destaco que estoy
completamente de acuerdo con que el referéndum
vinculante es una pieza clave para la participación democrática y
que es la medida más efectiva de convertir en hechos la voluntad del pueblo, y
por tanto entiendo que el primer caso que se plantea es la independencia de
Cataluña y el País Vasco, y mi única pregunta al respecto es ¿Bajo qué condiciones?
Tratando de apartar estas dudas y otras que seguramente me aparecerán, después de esta detallada reflexión, llego
a la conclusión de que debido a la gran ambición de su proyecto y a la
delicadeza de muchos de sus apartados una legislatura no sería suficiente para
comprobar la viabilidad de sus medidas. Pero aun así creo en Podemos, entre otras cosas porque considero que gracias a su forma de financiación no tiene miedo de atacar a quien realmente supone una amenaza. Y creo también que es muy peligroso fallar en sus propósitos, ya que está en juego la confianza
de muchos votantes y el precio será volver al bipartidismo del que tratamos de
huir. Es por esto por lo que pienso que manteniendo cierto grado de escepticismo y observación, necesitamos creer en Podemos, pero como una meta final, asumiendo que no será
un proceso en absoluto sencillo pero aceptando que cualquier avance en su
dirección será positivo.