El premiado documental sobre el
4F ha llegado a mi el mismo día que ha entrado el vigor la Ley Mordaza. Qué
irónico. Qué curiosas son las casualidades. El hecho de estar en el sitio
adecuado en el momento oportuno. O de no estarlo.
Patri y Alfredo no lo estaban. Ni
Rodrigo, ni Alex, ni Juan. Ellos no estaban en el teatro ocupado durante la
agresión del policía que resultó herido. ¿Y qué más da? Como si el Sistema no
tuviese herramientas para legitimar una mentira hasta el final.
Cómo si los años de Dictadura y
represión se hubiesen sanado con una buena rehabilitación. Como si en el día de
hoy manifestarse o impedir un desahucio no fuese delito.
Esta violación efervescente de la
democracia nos enseña algo más que lo devastadora que puede llegar a ser la condición
humana. Ciutat Morta también nos enseña la importancia de los códigos. Las
sutilezas de los códigos de comunicación que pueden llevarte a la muerte por tu
forma de vestir, o por un corte de pelo desacertado.
El medio es el mensaje, cierto.
En cambio la apariencia de imparcialidad del juzgado no fue tan importante.
Como tampoco lo serán los abusos de poder policial que se verán impunes gracias
a esta nueva ley.
Lo que le sucedió no forma parte
del pasado, es nuestro presente más reciente. La hegemonía de un sistema que
cambia vidas por mentiras, por la eficiencia de una perpetuación de alto
rendimiento. Es la consecuencia de una mentira mayor, amparada en una
Transición por la que ni siquiera pasó el poder judicial.
La violencia, el racismo y la estigmatización fueron las piezas que nos
hicieron perder la partida. Pero somos muchos en el tablero. Y no podemos
dejarnos vencer, por Patricia, por ellos. Se lo debemos, nos lo debemos.
Decía Rodrigo en el documental
que en el momento de mayor desamparo no se dejaba derrumbar gracias a la gente
que hacía ruido allá fuera. Y es que eso es lo más grande que tenemos
compañeros, la fuerza de la justicia compartida. De ello se nutren los grupos
activistas, las plataformas y las comunidades de twitter. Y de ello se asustan
los que aceleran procesos de desorganización ciudadana.
Cuando la tiranía es ley, la desobediencia es orden. El suicidio de Patri no fue un hecho aislado,
ni el 4F, ni la aprobación de la ley Mordaza; sino las consecuencias de un
sistema atentando contra la condición humana.