El leer "Los girasoles
ciegos" ha hecho brotar en mi un sin fin de sentimientos,desde la rabia,la
impotencia y la tristeza,hasta la esperanza de saber que al recomendarnos estos
libros nos animan a no olvidar algo que dejó tanto dolor entre nosotros.
Más allá de los ideales que cada cual poseamos,creo
que debería ser común el sentimiento de pérdida y derrota ante los
hechos que con la guerra y la posguerra se sucedieron.
Yo no creo en los caídos por España,solo creo
en muertes que se contaron por miles y en infinidad de familias destrozadas.
No creo en el orden militar,sino en el miedo.Miedo que
salía por cada poro de la piel,en las miradas inquietas,en los
suspiros contenidos y en el terror que producía incluso pronunciar un pensamiento para uno mismo.
suspiros contenidos y en el terror que producía incluso pronunciar un pensamiento para uno mismo.
No creo en el desarrollo de España,sino en tiempos de
hambre y pobreza.
Yo he tenido la suerte de vivir en una época muy diferente.Pero eso no me hace insensible a las atrocidades que se cometieron.Y aun no logro entender que le ocurrió al mundo para que desde los nazis en Alemania o los fascistas italianos se colara en España el mismo sentimiento de que la vida humana no valía nada.
Las personas ya no eran personas, carecían de
pensamiento y por tanto de identidad.
En cualquier momento podían entrar en tu casa
y llevarse a tu padre,a tu hijo o al amor de tu vida.Juzgarlo por creer
demasiado alto en la libertad y pasar a formar parte de una fila de condenados
y posteriormente de una fosa común.Lugar donde se enterraron miles de
ilusiones,de sueños,de talentos,de planes de futuro y de recuerdos de tiempos
mejores.
No alcanzo a imaginar el horror que debía suponer que para defender tus ideales tuvieras que desear la muerte al que pensara contrario a ti.Tal y como se expresa en el libro "Matar o morir".
Y aun menos me imagino a aquellos que ,carentes de una
mayor ideología que la de poder vivir para alimentar a sus
familias,fueron obligados a asesinar a sus opuestos,a los que ni siquiera
podría llamárseles de este modo.
La guerra civil y la posterior dictadura tiñeron la sociedad española del color de la represión,la cesura y las almas rotas.Del color del miedo.
Miedo cuyo rastro débilmente perdura hasta hoy.
No hace mucho tiempo el juez Garzón pidió que se
permitiese abrir las fosas comunes para destapar la verdad y dar la oportunidad
a los familiares de velar por sus fallecidos en un lugar digno.
No podemos permitir que el miedo siga impidiéndonos demostrar la verdad.No para abrir las heridas ni alimentar el rencor,sino para hacer madurar a la sociedad;ya que solo recordando y haciendo saber a las nuevas generaciones lo que pasó, podrá evitarse que vuelva a ocurrir en el futuro.
Desde siempre el ser humano se ha servido de la violencia
y la barbarie para imponer su voluntad sobre la del resto.Prueba de ello son
los múltiples conflictos que inundan los medios de comunicación.
Es por esto por lo que debemos defender la fuerza del diálogo,el Estado de Derecho y el Régimen Democrático,para que la voz de la población civil sea siempre el poder supremo.
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